El ruido más grande se produce en la mente que guarda silencio: puede ser el más incómodo de los escándalos o la más dulce melodía. Razón y silencio van de la mano; sensatez y cordura caminan juntas mientras que el deseo desea que el silencio se rompa y les cante una canción.
Soy yo quien calla esta noche
Y te busca en medio del bosque
Te escribe cartas a media jornada
Con mariposas amarillas volando en tu aire
Soy yo quien muere para cantarte
Quien nunca puede escuchar su nombre
Quien sale solo en la noche y desaparece inadvertido
Soy el silencio testigo de amores
Testigo de lecturas eternas
De caminatas incansables
De reciclajes amorosos
De papeles doblados
De cigarrillos blancos
Soy testigo de todo menos de tu silencio,
Porque tu silencio soy yo...
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