Soy hombre, es decir, animal con palabras y exijo, por lo tanto, que me dejen usarlas. Jorge Debravo.
lunes, 28 de diciembre de 2015
Maldita soledad
Es difícil ser yo, inmerso en un mundo que parece no ser comprendido por nadie. Los días de fiesta no son festivos para mí porque aunque haya ruido externo, en mi corazón la soledad se apodera de mis entrañas. Los días son difíciles y mi soledad me acompaña, las paredes de mi habitación se han vuelto mi cautiverio y el silencio las notas de la única conversación que llega a mis oídos. Estoy solo, envidio a quienes tienen amigos, envidio a quienes les escriben mensajes de texto o los llaman por teléfono... A veces solo quiero llorar o salir corriendo pero a nadie le importa, mis lágrimas se deslizan lentamente por mi rostro como queriendo suicidarse contra el suelo y a nadie le importa; parece ser que mi ausencia no perturba a quienes me rodean, las paredes de mi cautiverio no me miran, no me hablan, no me dicen nada: estoy solo y rodeado de libros, de vez en cuando leo algunas páginas para intentar solapar este silencio absurdo que me grita y me echo en cara que no tengo amigos, que estoy destinado a una burda soledad que me corroe por dentro y me demacra externamente. No quiero estar solo, extraño la calidez de un abrazo inesperado, la dulzura de un beso en mis mejillas, la suavidad de una mano tomando la mía; el calor de la presencia de amor en mi vida. Lloro y a nadie le importa, odio la sensación de estar lejos, de sentirme así, abandonado, pensativo, con el teléfono en la mano como si alguien fuera a escribirme y decirme: te extraño, estoy pensando en vos, pero no... Mi compañía son mis lagrimas y estas paredes y el tiempo que marca mi reloj es interminable, eterno, y el dolor que de ahí mana me hiere y no sé cómo sanarlo... Es difícil ser yo, extraño los días en que la sonrisa iluminaba mi rostro desde el amanecer hasta la noche, extraño sentirme extrañado, extraño importarle a alguien, extraño momentos felices del día que poco a poco se extinguen de mi existencia, extraño la voz, cualquiera pero extraño la voz que no sea la mía. Estoy triste, solo y desde cautiverio desearía despedirme pero aún no es mi tiempo y al parecer a nadie le importa...
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