miércoles, 31 de julio de 2013

YA VOY A DORMIR PRINCESA MÍA..

Ya voy a dormir
quiero soñar con vos
quiero que pase rápido el tiempo
para que amanezca y escuchar tu voz

Ya quiero dormir
dulce niña mía
mi sueños te esperan esta noche
y mi corazón te escribe poesía.

Ya voy a dormir
princesa linda de mi vida
quiero un abrazo tuyo
porque sos la razón de mi alegría...

martes, 30 de julio de 2013

Sos para mí

Sos mi vida princesa linda
sos la razón de mi alegría
sos la fuente de sonrisas
que en mi alma se iluminan

Sos el tesoro perdido
que he encontrado tras años de espera
llegaste de pronto a mis días
y ahora te amo con amor de veras

No sabía que tenía una princesa
pero ahora lo sé y quiero
que cada día lo sientas
porque sos mi hija, la flor más bella.

Sos el verso inconcluso que tenía el poema
de la vida de este hombre que con amor te contempla
y llegaste a seguir escribiendo mi amor mi princesa

Porque ahora está tu padre con vos
porque ahora mis días me llenan
porque ahora tu voz me ilumina
y porque ahora te amo, princesa...

martes, 23 de julio de 2013

HOY ES FELIZ EL POETA

Hoy es feliz el poeta
cautivado por una sonrisa tierna
por un beso de inocentes labios
por unas manos hermosas y tiernas.

Hoy es feliz el poeta
porque ha abrazado a un ángel de veras
porque ha sentido el latir en su pecho
porque ha estado con su princesa.

Hoy es feliz el poeta
porque Dios lo ama de veraz
le ha dado un hermoso regalo
y él escribe pensando en ella

en esa niña tierna y hermosa
que ha cautivado su mirada
que le llenado la vida de luz
y que le ha hecho ver que es su amada

Hoy es feliz el poeta
y le escribe de nuevo a su princesa
deja su corazón en los versos
y su amor eterno para ella.

domingo, 21 de julio de 2013

ESCRIBO PARA VOS, MI PRINCESA.

Escribo para vos, mi princesa
porque te amo ahora que estás
siendo parte de mis días, de mis horas,
mis minutos, mis segundos, mis latidos.

Escribo para vos, mi princesa
porque aunque haya estado ausente sin quererlo,
siento que te conociera desde antes,
pues mi corazón descifra lo que tu mirada comparte.

Escribo para vos, mi princesa
porque aunque no te haya abrazado
mi corazón se confiesa
mi alma se inspira y mis palabras son fiesta

Escribo para vos, mi princesa
que haces que sueñe el instante
de tenerte a mi lado y besarte
de tomar tus manos pequeñas
y decirte que nunca te apartes

porque ahora estamos juntos en esto
de vivir como Dios nos lo mande
de ser vos y yo los creadores
de un mundo mágico de hijas y padres

donde en el cielo se escriba poesía
y cocinemos un rico spaguetti
y acostados vos y yo en suelo
coloreemos dibujos muy bellos.

Escribo para vos, mi princesa
y te cuento un secreto al oído
sos lo que siempre soñaba,
mi amor verdadero y de mis ojos el brillo.

sábado, 20 de julio de 2013

SÉ QUE DUERMES, PRINCESA MÍA

Sé que duermes princesa mía
es pasada la noche y los ángeles te cuidan
mi voz susurra a tu oído que te amo linda mía
y vos tan solo sonríes y me das vida

y tu sonrisa que es tierna y me cautiva
me llena de luz mis días
me hace soñar con vos
y me hace sentir en mi pecho que vos sos mi amor

Sé que duermes dulce niña mía
y sabiendo eso te escribo
porque llenas mi alma de poesía
llenas mis ojos de sueños y de realidad mis fantasías

Tu mejilla acaricio esta noche con un beso
que con amor nace de mi vida
porque sos mi princesa hermosa y la razón de mi alegría.

viernes, 19 de julio de 2013

THAMY, LA PRINCESA DE LOS TENIS AZULES. CAPÍTULO UNO.

CAPÍTULO UNO

Hace algunos días, en un pequeño pueblo, un hombre caminaba tranquilamente. Observaba todo a su alrededor: las ramas de los árboles movidas por el viento, las aves jugando de perseguirse y cantando con la alegría particular que tienen las aves pequeñas. El hombre, como un niño, se asombraba tras cada paso que daba, sus brazos se abrían con fuerza como queriendo atrapar el cielo, sus ojos miraban inquietos todos los hermosos colores que daban vida a su alrededor, pero había algo en su corazón que lo inquietaba profundamente y cada vez que lo recordaba cambiaba su rostro por uno triste y sin alegría.

A cada paso que daba, pensaba en ella, en una linda princesa que tantas veces había soñado, pero que siempre parecía desaparecer tras cada sueño y con él, desaparecía también su rostro, le era imposible recordarlo, por más esfuerzos que hacía no era capaz de ver la imagen de la hermosa princesa que le robaba sus pensamientos.

Aquel hombre, empezó a sentirse cansado de intentar recordar sin éxito cómo era la princesa, se sintió más triste que antes, buscó un árbol muy grande en el cual poder recostarse, se quitó el viejo salveque color naranja que llevaba siempre consigo colgado de la espalda y en cual había dos cosas: un buen libro y un delicioso paquete de galletas de chocolate. Al estar sentado sobre el zacate, empezó a acariciarlo con sus dedos, hasta que sintió que se estaba llenando de tierra. Con la brisa acariciándole el rostro empezó a sentir que sus ojos se iban cerrando poco a poco, hasta que de un momento a otro, el triste hombre se durmió.

Estirando sus brazos y bostezando con fuerza se restregó los ojos e intentó levantarse. Aún estaba medio dormido y creyó que seguía soñando. Todo a su alrededor se veía distinto de como estaba hace un rato. El zacate parecía ser de un color morado claro, era como un jardín gigantesco, se podía ver flores de todos los colores y junto a ellas un montón de mesitas diminutas con tres sillas cada una. Las mesas estaban hechas con las hojas de una vieja planta que alardeaba de ser la más vieja del lugar.

-Yo soy la más vieja de todas las plantas del mundo - decía ella.

Cada vez que abría su boca para decir exactamente las mismas palabras, las plantas más jóvenes y con hojitas tiernas quedaban asombradas y deseaban ser como la abuela, porque así la llamaban, además, según rumores de las mariposas amarillas, Abu, tenía más cien años.

El hombre tomó su salveque color naranja y lo colgó de su espalda. Empezó a caminar por un sendero de piedras rojas que se abría paso en medio del colorido zacate. No dejaba de sentirse admirado por todo lo que veía: las plantas, las mariposas, los árboles, el viento; pero el viento era muy distinto del que el hombre conocía, este viento tenía la particularidad de perfumar todo lo que tocara, así, cuando la ráfaga le rozó sus mejillas, estas quedaron perfumadas con un aroma delicioso; cerró sus ojos, respiró profundo, sintió que su corazón se iba acelerando rápidamente, un poco de miedo le abrazaba y le helaba los huesos, volvió a respirar con fuerza, tomó valor y abrió sus ojos. El sendero de piedras rojas se iba desvaneciendo hasta entrar en una cueva muy pequeña. El hombre tuvo que inclinarse un poco para no irse a golpear su cabeza, que por cosas del destino ya no tenía cabellos. Al pasar el umbral de la cueva, caminó unos diez pasos, fue entonces cuando se encontró con una gran puerta de madera que tenía la forma de un gigante caparazón de tortuga. No veía ninguna cerradura ni tampoco podía verse alguna llave para abrir la puerta. Empezó a buscar por todos los rincones de la cueva, estaba muy oscura. Buscó en su salveque para ver si tenía algo que pudiera servirle para dar un poco de claridad a aquel lugar. No había nada más que las galletas de chocolate y el libro. No supo por qué, pero su instinto le dijo que tomara el libro y lo abriera. Así lo hizo. Fue muy extraño ver cómo de en medio de las páginas saliera reflejada una luz brillante que de forma misteriosa solo iluminaba la puerta de madera en forma de caparazón de tortuga. La luz era amarilla, con ella sobre la puerta pudo apreciar unas letras inscritas en la madera. El hombre se acercó, sacó los lentes de la bolsa izquierda de su pantalón, se acercó un poco más y leyó estas palabras:

"Pronto encontrarás una gran biblioteca, no busques las letras, solo confía en las flores y hallarás a la Princesa"

Aquellas palabras quedaron grabadas en la mente y el corazón de aquel hombre y en su rostro una sonrisa sincera se dibujaba porque estaba más cerca de conocer a la princesa que se había adueñado de su corazón.

EL SILENCIO Y LA PRINCESA

Es en medio de los versos
y abrazado por la lluvia
que el poeta escribe a su princesa
iluminada por el cielo y la luz de sus estrellas

Es en silencio y en medio de la noche
que te susurro a vos, mi bella,
las palabras que nacen en mi alma
y que espero que pronto comprendas

Mi princesa linda, con piel tan perfecta
con los ojos llenos de vida
y con las manos llenas de estrellas

sos el regalo perfecto dado a mí el día
en que se ha mostrado la Madre del Cielo
porque has llegado a mi vida de pronto
y con amor te alojaste en mi pecho.

Es en silencio y en medio del día
que me inspiras y me robas el aire
que me acaricias sin siquiera tocarme
y que me llenas la vida con solo pensarte.

Es en silencio que vos mi princesa
me mantienes las horas viviendo en espera
de encontrarme con vos , mi dulce muñeca
y entregarte mi amor que ha nacido de veras
porque sos mi ángel y la flor más bella
del jardín del cielo donde la Virgencita te observa
donde yo te amo y mi poesía te espera.

martes, 9 de julio de 2013

SILENCIOS

Mis silencios hacen más ruido en mi mente
que todos los escándalos de mi vida.

No pretendo descifrar lo que dicen
mucho menos comprender sus misterios

No espero que los otros comprendan
lo que yo vivo a solas y a diario

ese encuentro con las voces sin voz
que solo hablan en mi mente
que solo escriben con mis manos
que solo sonríen en silencio.

Mis silencios me arrullan esta noche
me invitan a cerrar mis ojos
a pensar en blanco
a sentir con los cinco sentidos
y a escuchar cómo el mar, a lo lejos,
golpea la orilla de la playa mientras el
viento deja su caricia en la piel de las olas...

domingo, 7 de julio de 2013

SEGUIRÉ SOÑANDO.

Sueño con un mundo más silencioso
un mundo donde no haya que medir el tiempo,
para poder compartir sin prisa
donde no sea menester cargar las cadenas de un reloj cada día.

Sueño con un mundo donde no te vean raro
por parecer distinto del resto
por querer soñar de gratis y no a pagos
sueño con un mundo con dos lunas llenas cada noche
para que haya más poetas enamorados
dedicando versos a sus musas

Sueño con presentes felices pues los finales felices no lo son completamente
porque si son finales están acabando

Sueño con cenas a la luz de las lunas, copas de vino tinto y miradas tiernas,
sueño con amantes que hagan eso, que se amen, no con sexuados que se sexen,

Sueño con cortejos largos y hermosos
con amores reales y tomadas de mano
con silencios prolongados en caminos extensos
con un buenas noches en vivo y no en mensajes de texto.

Sueño con niños corriendo en los prados
jugando felices y con tierra en las manos,
con las mejillas rojas del sol
y con inocencia en los ojos

Sueño con sueños que ya algunos no sueñan
que ya algunos olvidan
que ya muchos ni anhelan

Sueño con un mundo distinto
sin hambre en las panzas
sin lágrimas en los ojos
sin sangre en las manos
odio en las almas.

Sueño y seguiré soñando
escribiré con mi vida y cantaré por las voces de aquellos que ya no pueden cantar porque se han entregado al olvido o porque los han querido olvidar.

UNAS VIEJAS HOJAS AMARILLENTAS.

Un viejo escritor despertó una mañana en su vieja casa, observó sus viejas cosas, se levantó de su sonora y vieja cama, caminó hasta la vieja cocina y abrió su vieja puerta, sacó un pedazo de pan y lo puso en su viejo moledero de pino. Luego de calentar el agua en un viejo pichel chorreó una exquisita taza de café, fuerte, como lo prefieren los viejos escritores. Tomó el pan de la mesa y su taza de hierro medio oxidada, caminó hasta el viejo estudio en el frente de la casa. Le dio un mordisco al pan y un sorbo al café, con los ojos puestos en la vieja fotografía, del aquel viejo amor, cargada de viejos recuerdos. Junto a la foto un diario en blanco con las hojas amarillentas y tostadas por haber estado esperando tantos años las palabras para una carta de amor jamás enviada, mucho menos escrita pero miles de veces pensada y otros tantas veces soñada. El viejo escritor tomó aire y un largo sorbo de café negro sin azúcar, sonrió, se acercó a la mesa, tomó la vieja pluma y trazó unas cuantas palabras en las viejas y amarillentas hojas. Él sabía que eso era lo máximo que haría. Un nudo invadió su garganta y mirando por la ventana divisó a lo lejos el viejo cementerio, donde sabía que un tulipán estaría custodiando el cofre con su viejo tesoro y, a sus pies, cientos de hojas amarillentas, dobladas, silenciosas y eternas.

ESCUCHO Y NO COMPRENDO

Ahora escucho y no comprendo
el sonido tranquilo del aire
que despierta y abraza en el encuentro
de un ayer que espera en silencio
de una tarde que grita desnuda
cuando el cielo se esconde muy lento

es difícil seguir mi sendero
ya la gente no entiende mi rumbo
y este rumbo no entiende a la gente
pues de lejos me miran extraño
y de cerca nadie me extiende su mano
por eso escucho y no lo comprendo

escucho a este viento que grita
que abraza y esconde su rostro
de la travesía de toda mi vida
que es andar descalzo y sin rumbo
sintiendo bofetadas del aire
que viene, golpea y se esconde.

Ahora escucho y no lo comprendo
sigo firme, débil y aún lucho
contra todo o contra nada
contra todos o contra nadie
contra el cuerpo y los deseos
contra mí y contra el tiempo,

que me sigue y me atormenta
que me grita y me golpea
que me hace sentir más débil que nunca
y me hace orar y esconderme
cuando el mundo más grita
y cuando otros se duermen.

Ahora escucho y no lo comprendo
pero esta lucha no cesa
ni tampoco cesa mi anhelo
de sentirme un poco distinto en el mundo
y tomar mi lápiz olvidando al olvido
y tomar mis sueños y soñar como niño.

SE ALQUILA POETA UNA NOCHE.

Estaba sentado en mi silla, la de siempre, mientras el viento cantaba las alegres melodías que pueden escucharse entre la bruma densa de la noche y entre el ulular de un búho escondido tras la espesa vegetación de la montaña que dulcemente abrazaba mis sueños como si se tratase del más dulce calor materno.

Un libro entre mis manos, el título no lo recuerdo, pero sí el sabor amargo del tabaco en mis labios como tantas otras noches solitarias de poeta; de ese tipo de poetas que pasan inadvertidos ante la gente mas no ante la naturaleza y cielo, quienes son y han sido los más fieles testigos del nacimiento de mis versos, estos, tan simples y llenos de sueños, de esperanzas y anhelos; que luchan cada noche por cantar las maravillas cotidianas que aunque invisibles, resultan interesantes y perturbadoras en el oído y el alma de aquellos quienes nunca se han alquilado para soñar, ya por falta de sueños, ya por sueños descalzos.

La noche en silencio y el silencio de fiesta, los versos en paz y la paz en guerra. A lo lejos una luz tenue, reflejada en los ojos de la princesa del sueño y de la noche. Avanzaba hacia mí con una velocidad semejante al color verde del prado en las mañanas y con un aroma a cielo húmedo que penetraba mi ser y se desplazaba por mi piel acariciándola suavemente, y yo, seguía aún con mis manos ocupadas: en una, el tabaco; en la otra, el libro; y en la otra (porque esa noche recuerdo que tuve tres manos) sostenía la impaciencia de ver el rostro de aquel sueño bañado de luna. Ya estaba cerca, tanto que pude ver mis ojos en los suyos y sentir en mi rostro el calor de su ya agitada respiración. Su cabello liso se desbordaba de su cabeza para caer caprichosamente en mis hombros y aferrarse a mi cuerpo como las raíces de un gran árbol en la tierra. No tuve más remedio que callar aunque el silencio me gritaba. Su mirada, profunda, por naturaleza, me obligaba besarla.

Nunca supe quién era, ni su nombre, ni siquiera su voz. Pero aquella noche el verso se transformó en carne y los segundos en placer, aunque este viviera tan solo en mis sueños.

De nuevo, esta noche, sentado en aquella silla, la de siempre, quise cambiar el libro por una pluma, y con el sabor amargo del tabaco en mi boca, narrar lo que hace lunas pasó, mientras el viento cantaba y un búho se escuchaba ulular a lo lejos.

martes, 2 de julio de 2013

PERSIGUIENDO EL ATARDECER

Sentado cómodamente y disfrutando de una segunda y exquisita taza de café con leche sin azúcar (pues es así como debe tomarse el café), pude observar cómo detrás de los árboles que abrazan el Edén donde disfruto de mis vacaciones junto a mi esposa, un destello impresionante que jugaba con la paleta de colores que ni el más diestro de los poetas más inspirado por alguna musa divina haya podido describir desde que el hombre habita la tierra; tuve que tomar la decisión más poética de mi vida: abordar mi moto y perseguir el atardecer, manejar como si ese fuera el último momento de mi existencia, como si mi vida dependiera de ello, como si la página del último libro de la historia estuviera a punto de desvanecerse y yo luchara por ser el afortunado lector de esas palabras que se irían para siempre. El camino se hacía eterno mientras aceleraba la moto con la ansiedad de hacerme uno con el cielo, de cerrar mis ojos y dejarme envolver por los rayos de luz que se mezclaban perfectamente con las nubes, el cielo y el mar. Un giro a la izquierda al final de esa lora amarilla que en silencio era testigo de la persecución del atardecer, acelerar un poco más en medio del sendero que conducía a la playa, aparcar perplejo y simplemente admirar en silencio porque este día, el cielo ha robado mis palabras y yo, víctima de la música del océano ensordecedor, sonrío plenamente porque ha valido la pena perseguir el atardecer.