Estaba sentado en mi silla, la de siempre, mientras el viento cantaba las alegres melodías que pueden escucharse entre la bruma densa de la noche y entre el ulular de un búho escondido tras la espesa vegetación de la montaña que, dulcemente, abrazaba mis sueños como si se tratase del más dulce calor materno.
Un libro entre mis manos, el título no lo recuerdo, pero sí el sabor amargo del tabaco en mis labios como tantas otras noches solitarias de poeta; de ese tipo de poetas que pasan inadvertidos ante la gente mas no ante la naturaleza y el cielo, quienes son y han sido los más fieles testigos del nacimiento de mis versos, estos, tan simples y llenos de sueños, de esperanzas y anhelos; que luchan cada noche por cantar las maravillas cotidianas que aunque invisibles, resultan interesantes y perturbadoras en el oído y el alma de aquellos quienes nunca se han alquilado para soñar, ya por falta de sueños, ya por sueños descalzos.
La noche en silencio y el silencio de fiesta, los versos en paz y la paz en guerra. A lo lejos una luz tenue, reflejada en los ojos de la princesa del sueño y de la noche. Avanzaba hacia mí con una velocidad semejante al color verde del prado en las mañanas y con un aroma a cielo húmedo que penetraba mi ser y se desplazaba por mi piel acariciándola suavemente, y yo, seguía aún con mis manos ocupadas: en una, el tabaco; en la otra, el libro; y en la otra (porque esa noche recuerdo que tuve tres manos) sostenía la impaciencia de ver el rostro de aquel sueño bañado de luna. Ya estaba cerca, tanto que pude ver mis ojos en los suyos y sentir en mi rostro el calor de su ya agitada respiración. Su cabello liso se desbordaba de su cabeza para caer caprichosamente en mis hombros y aferrarse a mi cuerpo como las raíces de un gran árbol en la tierra. No tuve más remedio que callar aunque el silencio me gritaba. Su mirada, profunda por naturaleza, me obligaba besarla.
Nunca supe quién era, ni su nombre, ni siquiera su voz. Pero aquella noche el verso se transformó en carne y los segundos en placer, aunque este viviera tan solo en mis sueños.
De nuevo, esta noche, sentado en aquella silla, la de siempre, quise cambiar el libro por una pluma, y con el sabor amargo del tabaco en mi boca, cantar lo que hace lunas pasó, mientras el viento cantaba y un búho se escuchaba ulular a lo lejos.
Soy hombre, es decir, animal con palabras y exijo, por lo tanto, que me dejen usarlas. Jorge Debravo.
viernes, 10 de octubre de 2014
viernes, 3 de octubre de 2014
VERSOS DE PUTA
Quizá el lupanar se encuentra en silencio
porque esta noche ha muerto la más puta
aquella de pechos grandes y piernas sabrosas
aquella que todos miraban pero nadie quería
aquella a quien en lo oscuro los hombres tenían
y ella como niña lloraba en silencio
recordando tantas noches marchitas
fingiendo sonrisas y falsos orgasmos
vomitando de asco y odiando esa vida
pero eso no era lo que los hombres creían
la veían bailando y botando sus ropas
veían en su rostro esa falsa alegría
todos deseaban tenerla entre piernas
y ella anhelaba acabar con su vida
pero aún se recuerda la noche de antaño
en medio de copas y caros cigarros
el hombre de traje negro sentado en un banco
mirada profunda y dientes muy blancos
quien se acercó muy lentamente a la puta
y con su índice le rosó los labios
y aquélla sintió un espasmo en su vientre
y como nunca deseos de amarlo
de tomar en sus manos el rostro
de aquel extraño de dientes muy blancos
con sabor a tabaco en su boca
con sabor a deseo en sus labios
esa noche ellos se amaron
se entregaron al placer sin medidas
se entregaron al placer de los dioses
se olvidó ella que él era un extraño
se olvidó él que ella era una puta
de ahí en adelante se siguieron amando
cada noche cada instante por haberle besado los labios
por haber sentido el latir de su pecho
por haber nacido en medio del llanto
pero noches y lunas pasaron
ella se enamoraba en silencio
y él se burlaba de tan tonta chiquilla
pocos años tenía su vida
muchas noches su pesadilla
él se alejó de sus sueños
ya no visitaba su cama
nunca conoció sentimientos
ni quiso ver más allá de las sábanas
esta noche el lupanar se encuentra en silencio
porque han encontrado un cuerpo desnudo y frío en la cama
con una nota en papel de baño que decía
esta noche no muere una puta
esta noche muere una mujer que ama